
Mientras la IA crece de manera exponencial, los códigos de ética se multiplican y reflejan mucho más la diversidad axiológica existente que una homogeneidad de las perspectivas
No hay normas morales comunes sobre las que erigir una ética universal de la IA. El único denominador común es que la IA debe permanecer bajo control del ser humano y sólo debe tener como objetivo beneficiarlo, no perjudicarlo
La tendencia apunta a un “blanqueo ético”. Son tales los intereses económicos vinculados a la IA que ningún agente de la escena internacional desea limitarse y privarse de unas ganancias sumamente importantes
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