
SON NUMEROSAS LAS PRUEBAS DOCUMENTALES, ARQUEOLÓGICAS, BÍBLICAS Y TRADICIONALES QUE APUNTAN HACIA UNA VERDAD INCÓMODA PARA LA IGLESIA: QUE JESÚS TUVO HERMANOS CARNALES Y QUE ESTOS DESEMPEÑARON UN PAPEL IMPORTANTE EN LOS INICIOS DEL CRISTIANISMO. NUESTRO COLABORADOR MANUEL FERNÁNDEZ HA VIAJADO A TIERRA SANTA PARA OFRECERNOS TODA LA INFORMACIÓN.
Hay personas que, por alguna razón, se sienten muy atraídas por la cultura y espiritualidad de la India y el Tíbet; otras encuentran en el cauce del Nilo un lugar para soñar con tiempos remotos, mientras que también las hay que sucumben a los infinitos encantos del continente sudamericano… No podemos saber si esa misteriosa atracción se debe a alguna conexión kármica que llevamos arrastrando con nosotros vida tras vida o a nuestra herencia genética, la cual, de alguna manera, nos hace suspirar con los mundos que nuestros ancestros plantaron en nuestro interior. En mi caso, ya sea por los resistentes vínculos de la religión en la que me criaron o por mi herencia hebrea, a la que no pienso renunciar, lo cierto es que el lugar al que viajo para sentirme como en casa es Israel. Únicamente caminando por las calles de Jerusalén, contemplando el Lago Tiberíades, perdiéndome en Acre o buscando las huellas del Santo Grial, me siento completo y en paz. No en balde, Israel es el escenario de la mayoría de mis libros. La mitad de mi novela Juicio a Dios (Almuzara, 2017) transcurre entre Judea y Galilea; Jesús no era cristiano (Guante Blanco, 2018) es el compendio de una noche donde me dedico a recorrer los santos lugares de Jerusalén; y El Grial de la Alianza (Almuzara, 2018) es el diario de campo de más de quince años siguiendo los pasos el Arca de la Alianza a través de medio mundo.