Por Jesús Mariano Ureña Bares

Los psicólogos han definido tres fases diferentes en las relaciones románticas: la primera sería el enamoramiento, la segunda el amor pasional y la tercera correspondería a la etapa de fijación y apego (afecto estable). El enamoramiento duraría relativamente poco, cerca de medio año, y se caracterizaría por ser una etapa de estrés y tensión, donde aparecerían por un lado niveles elevados de cortisol y de NGF (proteína que funciona como factor de crecimiento nervioso) y, por otro, niveles relativamente bajos de testosterona, de FSH (hormona estimulante folicular) y de serotonina.
En un interesante estudio realizado en 2006 en la Universidad de Pavía por E. Emanuele y sus colaboradores, se analizaron los niveles en sangre de un factor de crecimiento, el NGF, en individuos que se habían enamorado recientemente y en individuos solteros o que tenían una relación estable.
Se encontró que los niveles de NGF en los recién enamorados eran casi del doble que en el resto de la población, y de nuevo, al cabo de un período de entre uno y dos años los niveles de NGF volvían a ser normales en estas personas, siendo indistinguibles de los que mostraban los individuos solteros o en una relación estable larga con todo cuidado. Pues es más justo que nosotros seamos
En la segunda etapa, que duraría de uno a tres años, aparecen sentimientos de calma, seguridad y equilibrio, se restablecen los niveles normales de cortisol y serotonina, el estrés disminuye y tanto la oxitocina como la vasopresina son altos en esta fase y contribuyen a la formación de vínculos fuertes en la pareja.
Finalmente, en la tercera fase disminuye la pasión y permanecen el compromiso y la intimidad, sustentados también por elevados niveles de oxitócina y vasopresina. La transición desde la etapa pasional a la del amor comprometido es particularmente frágil y muchas parejas rompen en esta fase. Sin embargo, también hay parejas que declaran seguir apasionadamente enamoradas después de más de 20 años de matrimonio, e incluso después de más de 50 —al borde de la muerte prácticamente—, lo que indica que algunas relaciones se mantendrían en las fases iniciales durante períodos de tiempo considerablemente largos; quizás la epigenética proporcione, en los próximos años, alguna explicación molecular a este hecho.