
Vivir en una embarcación posee cierto halo romántico — ¿te acuerdas del velero de Sonny Crockett en la serie de televisión Corrupción en Miami?—, y ahora también un punto tecnológico y sostenible. El escultor y diseñador checo Michal Trpák ha colaborado con una empresa constructora de su país para crear una casa flotante de 43 metros cuadrados habitables que se hace con una impresora 3D en solo 48 horas, aunque los remates pueden llevar unos dos meses —más o menos como la reforma de tu cocina—.
El nombre de la peculiar solución habitacional es Prvok, y la estructura —que estará terminada este mismo verano en la ciudad checa de Ceské Budojevice— tiene tres estancias: un baño con inodoro —es de agradecer—, una sala de estar con cocina y un dormitorio.
La casa se anclará en un pontón y se supone que resistirá todas las inclemencias del tiempo, así que no tiene por qué ser solo una segunda residencia para el verano. En cualquier caso, el propio Trpák cree que su diseño es perfecto para fines de semana en contacto con la naturaleza.

A IMITACIÓN DE LA VIDA
La casa se inspira en formas orgánicas y tiene una base de cemento que contiene fibras de nanopropileno, plastificantes y aditivos acelerantes que reducen el tiempo de fraguado de la mezcla. El brazo robótico de la impresora 3D la va elaborando capa a capa.
HAZ NÚMEROS.
Se prevé que imprimirse una de estas moradas salga por unos 140 000 euros. Los costes de su construcción son hasta un 50% menor que los de una casa convencional de igual tamaño, y su finalización siete veces más rápida. Además, la impresión 3D genera la quinta parte de emisiones que el trabajo ladrillo a ladrillo. El mayor problema puede ser encontrar un recodo de río donde ponerla.