Todo comienza con los vertidos que emanan de las ciudades, las fábricas y las grandes explotaciones agrícolas. Cuando llegan a los océanos, las aguas próximas a la costa reciben un aluvión de nutrientes, un fenómeno que reduce los niveles de oxígeno y propicia que la flora y la fauna marinas perezcan asfixiadas. Aún peor: el número de estos desiertos oceánicos, donde la vida escasea, no deja de crecer.
La madrugada del 12 de octubre de 2019 trajo una desagradable sorpresa a los pescadores de San Pedro del Pinatar, en Murcia. Más de tres toneladas de fauna marina muerta yacía en las playas de la orilla norte del Mar Menor. Quisquillas, anguilas, doradas, lenguados, lubinas, mabres, peces mula… Daba igual que fueran especies del fondo o de la superficie; todos se amontonaban juntos, sin vida o boqueando agonizantes.