Cien días de fuga ininterrumpida, entre 397 y 715 millones de litros de petróleo vertidos al mar, 1 027 kilómetros de costas manchadas, cinco Estados estadounidenses afectados (Luisiana, Florida, Misisipi, Texas y Alabama), otros países ribereños del Golfo de México amenazados (Cuba, México)… “Un Chernóbil americano”: la expresión de Lester Brown, uno de los padres de la ecología en Estados Unidos, fundador del Worldwatch Institute, dio en el clavo.
La nube radiactiva de Chernóbil (Ucrania) —procedente de un escape de la central nuclear soviética en 1986— no tuvo fronteras. Del mismo modo, la marea negra provocada por la explosión, el 20 de abril de 2010, de la plataforma petrolífera Deepwater Horizon, que era explotada por la compañía británica BP, en el Golfo de México, vertió su viscoso veneno por todas partes.
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