Por: Tom Orlik, Scott Johnson y Alex Tanzi
La erradicación del proteccionismo y del populismo permitirá gestionar con solvencia el cambio climático y la irrupción de los automatismos en las economías mundiales
Desde el aumento de los aranceles hasta el incremento de las temperaturas, las economías de rentas medias y bajas se enfrentan a nuevos desafíos en su camino hacia la prosperidad que han marcado casos de éxito como los de Japón o Corea del Sur.
Hace 20 años, el tamaño de la economía china era una décima parte de la de los Estados Unidos. En 2019, ha llegado a los dos tercios.
Teniendo en cuenta la trayectoria actual, en 2039 la economía china será un 10 por ciento mayor que la estadounidense. La India habrá superado a Japón y Alemania para colocarse en el tercer puesto de la clasificación mundial.
Vietnam será la última de las 20 mayores economías del mundo. O no. La economía mundial también se enfrenta a la amenaza de algunas fuerzas desestabilizadoras. Los regímenes populistas se están saltando todas las normas en materia de políticas públicas. El proteccionismo está ahogando los flujos comerciales que alimentaron el crecimiento chino.
La automatización y la economía digital están aumentando la productividad de algunos, pero también están erosionando fuentes de beneficios para otros. La amenaza del cambio climático se cierne sobre todos.
El camino a la prosperidad que han emprendido países exitosos como Corea del Sur y Japón está plagado de obstáculos. De Pekín a Brasilia, conseguir un equilibrio adecuado entre una inversión inteligente, una mano de obra cualificada, capacidad de innovación y una gobernanza eficaz es un trabajo arduo.
Las fuerzas opuestas (tanto el proteccionismo como el cambio climático) que amenazan con desestabilizar a los países con rentas medias y bajas constituyen un desafío añadido. El informe Drivers and disrupters (motores y desestabilizadores) de Bloomberg Economics refleja los obstáculos que dificultan el desarrollo e invierten el modelo de ganadores y perdedores de la economía mundial. El informe abarca 114 economías, que representan el 98 por ciento del producto interior bruto mundial. Evalúa su rendimiento en función de los motores tradicionales del desarrollo: la inversión, la mano de obra y la productividad.
De forma extraordinaria, también analiza las fuerzas desestabilizadoras que apuntan hacia un cambio de 180 grados en el modelo de ganadores y perdedores de la economía mundial: la automatización, el cambio climático, la digitalización, el populismo y el proteccionismo. Partiendo de la base de diversos tipos de datos, se construyen una serie de índices para clasificar a los países de mejor a peor en lo que respecta a los motores tradicionales y a las fuerzas desestabilizadoras recientes de la prosperidad económica. La conclusión principal ha sido esta: ponerse a la altura cada vez es más difícil.
En términos generales, los países de rentas medias y bajas se encuentran mal posicionados para hacer frente a los obstáculos que se avecinan. Si no se establece una respuesta temprana y ambiciosa en el plano nacional e internacional, el número de naciones que conseguirán pasar de unas rentas bajas a unas rentas medias y, a continuación, a unas rentas altas (que ya es limitado de por sí) podría reducirse más aún.
Tomemos China como ejemplo. Si evaluamos este país en función de los motores tradicionales del desarrollo, sus resultados son extraordinarios. Una modernización rápida de la infraestructura, avances en educación, inversión en investigación y desarrollo y un gobierno posibilista han tenido como resultado cuatro décadas de crecimiento estelar.
Sin embargo, en lo que respecta a las fuerzas desestabilizadoras que acechan a la economía mundial, China no está tan bien posicionada. El proteccionismo amenaza con limitar sus flujos comerciales y ralentizar su actualización tecnológica con respecto a los líderes internacionales.
El cambio climático añadirá una gran presión sobre la extensa costa del país y sobre una población que ya acusa la escasez de agua. La desigualdad respecto de las rentas altas y una movilidad social limitada suponen una amenaza a medio plazo para su estabilidad política. Para China, al igual que para otros países de rentas medias y bajas, seguir haciendo un buen trabajo con los motores tradicionales del desarrollo sigue siendo fundamental.
A pesar de ello, una mano de obra cualificada, una infraestructura moderna y un gobierno colaborador, por sí mismos, ya no son suficientes.
Resulta de vital importancia adoptar una respuesta adecuada ante las fuerzas desestabilizadoras, tanto en el plano nacional como internacional. Las economías avanzadas también se enfrentan a este mismo desafío. En el caso de los Estados Unidos, una mano de obra sustentada por inmigrantes y la aceleración del aumento de la productividad podrían traer consigo una subida del PIB del 2,7 por ciento durante la próxima década. Sin esos factores, las proyecciones de Bloomberg Economics muestran que el crecimiento podría caer hasta un 1,4 por ciento anual.
Peligros del proteccionismo
Muchas de las fuerzas desestabilizadoras de la economía mundial proceden de dos fuentes: el comercio y la tecnología. El comercio es un motor de prosperidad. Sin embargo, sin acuerdos sobre las reglas de juego y sin una compensación para los perdedores, el comercio se ha convertido en un contragolpe proteccionista.
Bloomberg Economics estima que el coste de la guerra comercial entre los Estados Unidos y China podría llegar a 1,2 billones de dólares en 2021, con un impacto que afectará a toda la cadena de suministro asiática.
El Brexit y las amenazas de aranceleh estadounidenses sobre importaciones de coches también conllevan un aumento de los precios. El índice de proteccionismo empieza por un cálculo del riesgo al que se enfrentan los países como consecuencia de la guerra comercial.
Para ello, se utilizan dos parámetros: el porcentaje del PIB expuesto al comercio Estados Unidos-China, al Brexit, a los aranceles automovilísticos estadounidenses y a otros aspectos similares, por un lado; y una medición de la incertidumbre comercial que llevaron a cabo los economistas del Fondo Monetario Internacional, Hites Ahir y Davide Furceri, y el economista de Stanford, Nicholas Bloom, por otro lado.
También se incorpora al cálculo el nivel de exposición de los países a un riesgo proteccionista futuro, evaluando la importancia del comercio en la economía, la balanza comercial respecto de los Estados Unidos, los niveles actuales de aranceles y la participación en las cadenas de suministro mundiales. China se muestra como una de las economías principales más vulnerables en este sentido.
El Reino Unido, con un Brexit que amenaza con romper sus lazos con la Unión Europea, también aparece en los puestos altos de la lista. Para economías de desarrollo reciente como es el caso de Vietnam, que tienen por objetivo seguir el camino hacia la prosperidad que ha marcado China, la puerta de entrada a los mercados internacionales se está empezando a cerrar. Sin un comercio libre, el desarrollo se complica.
Riesgo de proteccionismo
Australia 94
Argentina 78
Japón 77
Rusia 73
Indonesia 68
Brasil 68
Italia 67
Turquía 67
Corea Sur 64
España 61
La India 60
Alemania 55
Vietnam 55
Francia 55
Arabia Saudí 55
Sudáfrica 52
EE.UU. 49
R.Unido 41
Nigeria 38
Canadá 26
China 20
España precisa innovación, formación, adaptación a la automatización y crear oportunidades en la economía digital
El auge de los robots
La automatización está aumentando la productividad y los beneficios a costa de la seguridad laboral. Mc-Kinsey Global Institute calcula que, para 2030, en torno a un 14 por ciento de la mano de obra de todo el mundo (375 millones de trabajadores) podría tener que cambiar de profesión.
El progreso rápido de la inteligencia artificial y del aprendizaje automático podría hacer que esa cifra fuese aún mayor.
Si no se gestiona de forma adecuada, el resultado para las economías avanzadas podría ser una mayor polarización de las rentas y una mayor distancia entre aquellos con una alta cualificación y aquellos que no la tienen.
En mercados emergentes, los salarios más bajos suponen un incentivo menor para la automatización, pero eso no significa que el riesgo de desestabilización sea bajo. La automatización se está acercando de forma rápida a un nivel en el que una gran parte de trabajos con un bajo valor añadido pueden quedar en manos de máquinas, reduciendo así la ventaja de bajos costes de los países en vías de desarrollo.
El economista de Harvard Dani Rodrik considera que la combinación de la globalización y la automatización ha traído consigo una «desindustrialización prematura» en las economías de rentas medias y bajas, obstaculizando así su camino hacia la prosperidad.
El índice de automatización se desprende de un estudio de dos economistas del FMI, Mitali Das y Benjamin Hilgenstock, que consiste en un cruce de datos sobre qué tareas resultan fáciles de automatizar, a través de encuestas nacionales que muestran la composición de los mercados laborales. También incluye otros parámetros como la cualificación y flexibilidad de la mano de obra, el gasto en formación de la mano de obra y el apoyo a la renta, y el porcentaje de la población que cuenta con titulación universitaria.
Los resultados muestran que los países con un porcentaje eleva-do de trabajadores en puestos rutinarios, con un nivel bajo de gasto en medidas de apoyo a los trabajadores desplazados y con una pequeña parte de la población con titulación universitaria son los que están expuestos a un mayor riesgo.
Huelga decir que estos datos no abarcan todos los factores. Japón, por ejemplo, se enfrenta a una gran exposición a la automatización, pero también se beneficia de la competitividad de su industria robótica.
La brecha digital
Casi 4.000 millones de personas en todo el mundo están conectadas a Intemet. En países de rentas altas, 4 de cada 5 personas tiene conexión a Internet. En economías en vías de desarrollo, el uso de Internet se encuentra en un 45 por ciento y está aumentando rápidamente.
El alcance del impacto de este factor es muy amplio. En China, el comercio electrónico está creando nuevas oportunidades para emprendedores y consumidores, contribuyendo así a reequilibrar la economía. Un aumento amplio de los flujos de datos está posibilitando lo que Richard Baldwin, profesor de economía en Ginebra, denomina la «tercera desagregación», dado que existe un potencial de externalizar los servicios al extranjero, como ya ocurriera con la producción.
Si se lleva a cabo de forma correcta, la digitalización conlleva una promesa de aumento de la productividad, con la posibilidad de que países de rentas medias y bajas puedan avanzar de forma considerable en el proceso del desarrollo.
Si se lleva a cabo de forma incorrecta, la brecha digital agravará la polarización de las rentas en países con rentas altas y dificultará el acceso de los países de rentas medias y bajas a las oportunidades que ofrece la economía mundial.
El índice Bloomberg sobre la economía digital evalúa el nivel de preparación en cuatro aspectos: la calidad de la infraestructura de Internet y la implicación de consumidores, empresas y gobiernos.
Los resultados muestran unas diferencias abismales. Los países de rentas altas, con Singapur y Corea del Sur a la cabeza, cuentan con una infraestructura de alta calidad y con altos niveles de implicación entre consumidores, empresas y gobiernos.
Salvo por algunas excepciones, los países de rentas medias y bajas se encuentran en la situación opuesta. La economía digital supone una oportunidad de desarrollo. Sin embargo, la mayor parte de países en vías de desarrollo no está en disposición de aprovecharla.
Políticas populistas
Gracias a la extracción de datos de elecciones desde el 1870, un equipo de investigadores de la Free University of Berlin, bajo la dirección de Manuel Funke, ha concluido que las crisis financieras provocan el auge de partidos populistas.
La crisis de 2008 no fue una excepción. Desde los Estados Unidos hasta Italia –pasando por España—, una ola de resentimiento se ha adueñado del mapa político.
La definición de INVERSIÓN para gobernantes populistas incluye a aquellos que abogan por enfrentar al ciudadano con las instituciones, por las soluciones simples frente a políticas complejas, y por una unidad nacional frente al compromiso internacional.
Con arreglo a esta definición, el 43 por ciento del PIB total del G20 se encuentra bajo el control de regímenes populistas, un 8 por ciento más que en 2016.
Partiendo de la base de las pruebas recabadas hasta el momento, los regímenes populistas son más hábiles a la hora de identificar los problemas que a la hora de buscar soluciones. El resultado ha sido el proteccionismo, la oposición a la inmigración, incentivos fiscales injustificados, ataques a la independencia de los bancos centrales y una incertidumbre política que produce vértigo.
Los gobernantes populistas no están de acuerdo con esto. (Algunos incluso cuestionan la pertinencia del término como una categoría generalizada). Sin embargo, existe un conjunto de factores bien definido que contribuye a su auge: una desigualdad elevada, una movilidad social baja y una tasa de desempleo elevada. Otros factores, como el aumento de la inmigración, los índices elevados de criminalidad y unas instituciones políticas débiles también suelen ser habituales.
Los resultados muestran que el mayor riesgo a este respecto lo corren aquellos países con rentas medias y bajas. Turquía, donde los tropiezos políticos han provocado una crisis de la balanza por cuenta corriente, ocupa la posición de mayor vulnerabilidad.
Riesgo de automatización
China 86
R.Unido 80
EE.UU 77
Canadá 72
Rusia 71
Francia70
España 63
Alemania 62
La India 61
Corea Sur 53
Turquía 46
Italia 44
Brasil 41
Japón 40
Vietnam 40
México 38
Argentina 1
La robotización y la economía digital aumentan la productividad, pero también erosionan fuentes de beneficios
El desastre climático
Los líderes que se centran en mirar de puertas para adentro no se encuentran bien preparados para enfrentarse a otro riesgo sistémico: el cambio climático. Las consecuencias de que las temperaturas hayan subido 1 grado por encima de los niveles preindustriales ya son evidentes. Acontecimientos meteorológicos extremos (ya sean las inundaciones históricas de Tailandia o los huracanes de categoría 5 que azotan los Estados Unidos) están arrasando viviendas, infraestructuras y cadenas de suministro. Las pérdidas de seguros se han multiplicado por cinco desde la década de 1980.
A medida que las temperaturas siguen subiendo, el impacto económico tendrá cada vez un alcance mayor. La incertidumbre derivada de los riesgos climáticos supone un elemento disuasivo para la inversión empresarial. El aumento de las temperaturas reduce la productividad laboral. La adaptación climática desvía recursos en detrimento de otros usos más productivos. La transición hacia economías con bajas emisiones de carbono brinda oportunidades, pero tal vez llegue un punto en que sea inevitable tener que elegir entre las emisiones y el crecimiento. Cuantificar el impacto económico de estos factores resulta complicado. El Panel Intergubernamental para el Cambio Climático de las Naciones Unidas estima que el coste se encuentra entre el 0,2 por ciento y el 2 por ciento anual del PIB mundial. Incluso en el extremo bajo de ese rango, los costes ascenderán a cientos de miles de millones de dólares al año. En el extremo más alto, estaríamos hablando de billones.
Para medir el riesgo derivado del cambio climático, nos hemos servido del índice de vulnerabilidad de la Iniciativa de Adaptación Mundial Notre Dame elaborado por la University of Notre Dame de Indiana. Según este índice, los países de rentas medias y bajas, con altas temperaturas, una gran dependencia de la agricultura, con poblaciones en situaciones de vulnerabilidad y recursos limitados para adaptarse serían los más expuestos a este tipo de riesgo. Entre las economías principales, la India y Vietnam ocupan los puestos de mayor vulnerabilidad.
Riesgo de cambio climático
Alemania 94
Australia 94
Canadá93
Francia 93
R.Unido 93
España 90
Italia 86
Rusia 82
Turquía 81
EE.UU. 81
Argentina 72
Japón 71
Corea Sur 70
Brasil 68
México 68
Arabia Saudí 66
China 66
Sudáfrica 63
Indonesia 49
Vietnam 39
Nigeria 36
La India 32
Fomentar el desarrollo
A pesar de que les acechan fuerzas desestabilizadoras, los países de rentas medias y bajas se enfrentan al desafío de conseguir que los motores tradicionales del crecimiento se pongan al día. Evaluamos los motores tradicionales de desarrollo en función de cuatro pilares:
—El aumento de la mano de obra constituye una base para el crecimiento. Utilizamos proyecciones del aumento de la población en edad de trabajar hasta el 2030—
—La ampliación de las reservas de capital, si se les da un uso eficiente, aumenta la productividad laboral. Utilizamos medidas de la inversión como el porcentaje del PIB y, con el fin de evaluar la calidad de esa inversión, nos fijamos en la deuda bruta del gobierno expresada como porcentaje del PIB y en una evaluación de la libertad de la inversión derivada de la Heritage Foundation.
—Las políticas que aumentan la productividad permiten aprovechar el potencial de la economía. Hemos incluido una serie de medidas que reflejan la educación, la estabilidad macroeconómica, la predisposición al comercio, el desarrollo del mercado financiero, la innovación y el clima empresarial.
—Su distancia respecto de la frontera (o, dicho de otro modo, su potencial para ponerse al día) otorga a los países de rentas medias y bajas margen para crecer sencillamente aprendiendo de prácticas tecnológicas y de gestión avanzadas de países con rentas altas. Medimos el PIB per cápita como un porcentaje del PIB per cápita de los Estados Unidos.
Como cabía esperar, los resultados muestran que los países con rentas altas cuentan con una ventaja considerable. Suecia, Suiza y Dinamarca se sitúan a la cabeza de la clasificación, gracias a sus altos niveles de educación, predisposición y gobernanza eficaz. China es la mejor posicionada de las economías emergentes, aupada por una inversión sólida, un apoyo a la innovación y una gran determinación de acortar distancias con los países de rentas altas.
Otros países de rentas medias se han encontrado con que el camino de China era difícil de seguir. En Brasil, faltan las bases de una educación elemental de alta calidad y los índices elevados de deuda del gobierno han espantado a la inversión privada. En Rusia, Polonia y otros países de la antigua Unión Soviética, la reducción de la población en edad de trabajar supone un lastre.
Motores de desarrollo
China 70
Australia 69
R.Unido 69
Alemania 68
Corea Sur 68
Canadá 67
EE.UU. 67
Francia 64
Japón 63
España 61
Italia 57
Indonesia 57
Sudáfrica 57
Turquía 57
La India 56
México 54
Arabia Saudí 54
Vietnam 54
Rusia 45
Brasil 44
Argentina 39
Nigeria 37
Previsiones de cara al futuro
Los países de rentas medias y bajas son más vulnerables a las fuerzas desestabilizadoras de la economía mundial. El proteccionismo bloquea el acceso a los mercados internacionales. El populismo provoca desequilibrio en las políticas. El cambio climático conlleva caos.
Las políticas importan. Dentro del grupo de rentas medias y bajas, aquellos países que han reaccionado a tiempo para acortar distancias en lo que respecta a los motores tradicionales del desarrollo serán los mejor posicionados para adaptarse. China está llevando a cabo inversiones importantes en innovación, algo que sin duda es necesario para que la economía escale puestos en la cadena de valor. No se puede decir lo mismo de Brasil.
Entre los países de rentas altas, aquellos que adopten una respuesta dinámica ante las fuerzas desestabilizadoras serán los mejor posicionados. Dinamarca está invirtiendo en la formación de su mano de obra y ofreciendo medidas de apoyo a los trabajadores desplazados como una forma de amortiguar el golpe de la automatización. No se puede decir lo mismo de los Estados Unidos.
Riesgo de disrupción
Australia 85
Alemania 73
Corea Sur 72
Francia 70
R.Unido 69
Japón 68
EE.UU. 66
Rusia 65
España 63
Italia 62
Canadá 61
China 59
Turquía 53
Brasil 53
Argentina 51
Indonesia 50
Arabia Saudí 49
Vietnam 49
La India 46
Sudáfrica 41
México 37
Nigeria 28
←EN LA ACTUALIDAD: DE LA GLOBALIZACIÓN A LA CONTINENTALIZACIÓN