
Emperador Claudio.
Autor: Desconocido.
Fecha probable de composición: En torno a los siglos V/VI.
Lugar de composición: Desconocido.
Lengua original: Griego.
Fuente: Manuscrito Parisinus Graecus, fechado en el 890.
La presunta carta de Pilato al emperador Claudio está contenida en un pasaje de los Hechos Apócrifos de Pedro y Pablo (caps. 40-42) , obra tardía pero cuyos primeros materiales son de los siglos II y III. Según la carta, en el contexto de unas investigaciones sobre la persona de Jesús, Nerón tiene conocimiento de un informe enviado por el prefecto de Judea a las autoridades romanas. Llevado de su interés por conocer la realidad de los hechos debatidos por los apóstoles Pedro y Pablo con Simón Mago, ordena que le traigan y lean aquellos escritos. Sorprende la mención del emperador Claudio cuando las tradiciones sobre Pilato dan por supuesto que el antiguo prefecto murió castigado por Tiberio. La carta abunda en el criterio, tan extendido en la literatura apócrifa, sobre la buena voluntad de Pilato y su testimonio a favor de la inocencia de Jesús.
1. Poncio Pilato a Claudio, salud Hace poco ha sucedido algo que yo mismo he descubierto. Los judíos se castigaron a ellos mismos y a sus sucesores con terribles juicios propios. En efecto, sus padres habían recibido unas promesas, según las cuales, Dios les enviaría desde el cielo a un santo suyo que probablemente sería llamado su rey. Y anunció que lo enviaría a la tierra por medio de una virgen. Pues bien, siendo yo gobernador, aquel vino a Judea.
2. Yo vi que daba la luz a los ciegos, limpiaba a los leprosos, curaba a los paralíticos, expulsaba de los hombres a los demonios, resucitaba a los muertos, daba órdenes a los vientos, caminaba a pie sobre las olas del mar y hacía otras muchas maravillas. Todo el pueblo de los judíos decía que era el Hijo de Dios. Los sumos sacerdotes, movidos contra él por envidia, lo apresaron y me lo entregaron. Y después de decir mentiras y más mentiras contra él, afirmaban que era un impostor y que obraba en contra de su Ley.
3. Yo creí que aquello era verdad y, después de azotarlo, se lo entregué a su voluntad. Ellos lo crucificaron, lo enterraron y pusieron guardias sobre él. Pero él resucitó al tercer día mientras mis guardias lo custodiaban. Ante lo sucedido, se inflamó la maldad de los judíos, hasta el punto de que dieron dinero a los soldados diciendo: «Decid que sus discípulos han robado su cuerpo». Pero ellos, después de recibir el dinero, no pudieron mantener en secreto lo ocurrido, sino que dieron testimonio de que lo habían visto resucitar, y de que habían recibido dinero de los judíos. Por ello, refiero estas cosas a vuestra potestad para que nadie mienta, y para que puedas saber si has creído a los falsos testimonios de los judíos.